Con este poema de Arturo
Maccanti deseo felicitar a todas “mis madres” que son las madres de mis
alumnas/os. Madres que sin previo aviso, se convirtieron en mis adjuntas imprescindibles
en estos tiempos de confinamiento. Madres que han ejercido una auténtica “cuidadanía”
en sus hogares.
Cada una de ellas con sus respectivas
cotidianidades vitales: ERTES, turnos de trabajo, teletrabajo, enfermedades de
familiares y fallecimientos de algunos, tareas del hogar, aunque sean
compartidas,… y ¡sus emociones!, con todo ello han seguido cuidando de los
suyos con una sonrisa. Esa sí que es una auténtica ética de responsabilidad
compartida.
Una vez más, se ha
demostrado el valor de las mujeres (siendo justa, también ha habido algún
hombre en este desempeño). Un valor esencial para que nuestra sociedad avance
y, lo haga de manera especial, con la mirada de una madre.
Esta terrible crisis sanitaria,
económica, pero también social ha tambaleado los cimientos de lo que creíamos
inmutable, crisis que ha puesto de relieve que, más que nunca, necesitamos
líderes que sean referentes para que trabajen en pro del bien común, que poniendo
su mirada en la del otro descubran sus necesidades y, sin duda, el primer pilar
de esta sociedad, que se nos antoja que debería ser mejor, lo han puesto ustedes
las madres. Madres que no siendo docentes, han asumido un papel imprescindible
para que sus hijas e hijos puedan seguir con algunas de sus rutinas, sin
cuestionar absolutamente nada y siempre detrás de la pantalla. ¡Y sin que nadie
se haya acercado a ustedes y les haya preguntado!
Es tiempo de cuidarnos,
tiempo de solidaridad, de compromiso… Queridas mamás, no se preocupen pensando
en que no se avanza en la materia, no se angustien pensando en que sus niñas y
sus niños van a olvidar los contenidos. Ellos/as tiene toda la vida por delante
y apenas unos meses, no significan nada. Tengan la absoluta tranquilidad de que
nosotros/as las y los docentes estamos y estaremos ahí cuando recuperemos
nuestra rutina. Tengan la tranquilidad y la certeza de que ni ustedes ni
nosotros hemos podido adaptarnos de manera mágica y automática a esta situación
tan difícil…
Quisiera animarlas con un
agradecimiento esperanzador, estoy segura de que a partir de hoy, las cosas
serán más fáciles porque ustedes lo han hecho posible y, ahora, juntas podremos
avanzar más y mejor porque este tiempo nos ha unido.
Volveremos a la escuela y
nuestros niños/as reirán, jugarán, compartirán sus vivencias y crecerán en
comunidad. Valores estos que solo puede aportar la escuela, la escuela que
sostiene, que apoya, que refuerza valores, la escuela que los/as ayuda a crecer
y a ser un poquito más felices.
También a mi madre porque
fue una madre ejemplar que me ayudó a ver la vida con ojos de esperanza y de
compromiso.
Recuerden, lo que dice el
poeta: “Porque el hombre es amor. Amor o nada…”.
Amor o nada
Os hablo de la luz de esta jornada;
de una mano de amor sobre este hombro;
del corto corazón ante el asombro
de verse la tristeza derrotada.
Os digo, por la herida en que nombro
y por esta esperanza desvelada,
que el hombre es sólo amor antes que nada,
antes de que regrese a ser escombro.
Os digo que la vida es cordillera;
cada uno la alcanza a su manera
y es muy triste quedarse en la estacada.
Es muy triste quedarse —como un río
sin agua— sin amor, solo y vacío,
porque el hombre es amor. Amor o nada…