miércoles, 27 de octubre de 2021

Bibliotecas para leer, aprender, descubrir

 Bibliotecas para leer, aprender, descubrir
                                         24 de octubre: Día de las Bibliotecas

Teresa Acosta Tejera

 Bibliotecas para leer, aprender, descubrir

Teresa Acosta Tejera

 

Un año más el pasado 24 de octubre se conmemoró el DÍA DE LAS BIBLIOTECAS. Este 2021 el lema elegido fue “bibliotecas: leer, aprender, descubrir”. Lema que nos invita a que sigamos reivindicando la trascendencia que tienen las bibliotecas no solo para la lectura, sino para los procesos de enseñanza y aprendizaje, para el fomento de la participación de toda la comunidad educativa y, por supuesto, para la apertura de la escuela al entorno en el que se ubica cada una de ellas. Las bibliotecas son un espacio que debe estar lleno de vida propia, necesitamos bibliotecas que bullan con la misma intensidad que lo hacen los patios durante los recreos, que sean lugares que conecten con la cultura del barrio y que lo cohesionen ofreciendo sus recursos y sus espacios como lugar de encuentro y de cultura compartida, puentes que convoquen y alienten relaciones.

 

Las bibliotecas del siglo XXI deben ser motores esenciales en el ámbito educativo, pero también juegan un papel único en la educación no formal para la creación de proyectos sociales, solidarios y participativos vinculados a la realidad en la que están ubicadas. De igual manera, las bibliotecas son esenciales en el ámbito de la educación informal ya que invitan y a la ciudadanía en general a conocer y disfrutar de los placeres que encierran sus recursos y, por tanto, a disfrutar con ellos en compañía. ¡La cultura estrecha afectos!

 

Todas están cualidades quedan huérfanas por varias causas. Veamos algunas de ellas. Por el lado educativo, vemos como desde la LOE, seguida de la LOMCE y ahora en la LOMLOE se viene incluyendo el Artículo 113 referido a las bibliotecas escolares. En él se explicita la responsabilidad de las administraciones educativas para garantizar que cada centro educativo disponga de una biblioteca y a dotarlas progresivamente; sin embargo, esto no ha sucedido.

 

Además de las leyes educativas, la ley que nos hemos dado recientemente, Ley de la Lectura y las Bibliotecas de Canarias, incide en que la administración educativa “garantizará la creación y desarrollo de bibliotecas escolares en todos los centros de enseñanza pública no universitaria”, indicando además que “el gobierno de Canarias creará el fondo canario de bibliotecas escolares”, que, como es lógico deberá reflejarse en los presupuestos de la comunidad.

 

Si hemos acordado por consenso la importancia de las bibliotecas, en especial para mejorar las tasas de éxito educativo que tanto necesita nuestra tierra: ¿Qué ocurre con las bibliotecas escolares que no consiguen ocupar las agendas presupuestarias ni el discurso político?

 

Cierto es que, muchas veces existe la necesidad de priorizar actuaciones educativas, lo cual ha hecho que el articulado de las leyes no haya traspasado el texto de las mismas. Por otro lado, me inclino a pensar que las bibliotecas escolares nunca han calado en el ADN de las administraciones porque no han sido consideradas vitales y estratégicas, no solo para estudiantes, sino para la sociedad en general. Quizás, el foco se esté poniendo demasiado en aspectos que, aunque imprescindibles y necesarios en el andamiaje educativo y que deben estar cubiertos, por sí solos no garantizan ni son los verdaderos motores que suben el ascensor social de las personas. Se me antoja que es urgente reflexionar y dialogar sobre estos aspectos que un sistema educativo debe potenciar.

 

Otro factor esencial para que las bibliotecas escolares tengan el lugar que les corresponde tiene que ver con el liderazgo pedagógico del equipo directivo del centro. Hemos visto, con mucho pesar, como durante estos tiempos de pandemia, muchas de ellas se han convertido en lugares de aislamiento del alumnado en caso de sospecha de contagio por la Covid-19, triste realidad…Pero hay centros que no han tenido más remedio porque carecen de los espacios necesarios para desarrollar con plenitud todas las actividades de su proyecto educativo. Sin embargo, salvando estas circunstancias, si la dirección del centro, desconoce las potencialidades de las bibliotecas escolares, no facilitará la puesta en marcha de este recurso que, como hemos dicho, es imprescindible en este siglo XXI por el que transitamos. Es necesario, pues, revisar la importancia de un liderazgo pedagógico que atienda más a mejoras educativas, que distribuya tareas entre otros docentes, que piense en la participación, que abra las puertas al entorno…solo así podrá existir una misión común y compartida, es decir, un liderazgo pedagógico frente a una dirección centrada en la gestión.

Pero entre todas las personas conocedoras, no solo de las bibliotecas escolares, sino también de las públicas, tenemos que hacer un merecido reconocimiento a aquellos centros y profesorado que, a pesar de la falta de tiempos y de apoyos y con mucho esfuerzo personal y, como todo en la vida, de mucha pasión por su trabajo han apostado porque este recurso vital que abre puertas y ventanas al mundo y que, por encima de todo, fomenta la equidad educativa.

 

¡Olé por todas esas personas!

 

 





 

 


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