Teresa Acosta Tejera
Bibliotecas para leer, aprender, descubrir
Teresa Acosta Tejera
Un año más el pasado 24 de
octubre se conmemoró el DÍA DE LAS BIBLIOTECAS. Este 2021 el lema elegido fue “bibliotecas: leer, aprender, descubrir”. Lema que nos invita a que sigamos
reivindicando la trascendencia que tienen las bibliotecas no solo para la
lectura, sino para los procesos de enseñanza y aprendizaje, para el fomento de
la participación de toda la comunidad educativa y, por supuesto, para la
apertura de la escuela al entorno en el que se ubica cada una de ellas. Las
bibliotecas son un espacio que debe estar lleno de vida propia, necesitamos
bibliotecas que bullan con la misma intensidad que lo hacen los patios durante
los recreos, que sean lugares que conecten con la cultura del barrio y que lo
cohesionen ofreciendo sus recursos y sus espacios como lugar de encuentro y de
cultura compartida, puentes que convoquen y alienten relaciones.
Las bibliotecas del
siglo XXI deben ser motores esenciales en el ámbito educativo, pero también juegan
un papel único en la educación no formal para la creación de proyectos sociales,
solidarios y participativos vinculados a la realidad en la que están ubicadas. De
igual manera, las bibliotecas son esenciales en el ámbito de la educación informal
ya que invitan y a la ciudadanía en general a conocer y disfrutar de los
placeres que encierran sus recursos y, por tanto, a disfrutar con ellos en
compañía. ¡La cultura estrecha afectos!
Todas están
cualidades quedan huérfanas por varias causas. Veamos algunas de ellas. Por el
lado educativo, vemos como desde la LOE, seguida de la LOMCE y ahora en la
LOMLOE se viene incluyendo el Artículo 113 referido a las bibliotecas
escolares. En él se explicita la responsabilidad de las administraciones
educativas para garantizar que cada centro educativo disponga de una biblioteca
y a dotarlas progresivamente; sin embargo, esto no ha sucedido.
Además de las leyes
educativas, la ley que nos hemos dado recientemente, Ley de la Lectura y las Bibliotecas de Canarias, incide en que
la administración educativa “garantizará la creación y desarrollo de
bibliotecas escolares en todos los centros de enseñanza pública no
universitaria”, indicando además que “el gobierno de Canarias creará el fondo
canario de bibliotecas escolares”, que, como es lógico deberá reflejarse en los
presupuestos de la comunidad.
Si hemos acordado por
consenso la importancia de las bibliotecas, en especial para mejorar las tasas
de éxito educativo que tanto necesita nuestra tierra: ¿Qué ocurre con las
bibliotecas escolares que no consiguen ocupar las agendas presupuestarias ni el
discurso político?
Cierto es que, muchas
veces existe la necesidad de priorizar actuaciones educativas, lo cual ha hecho
que el articulado de las leyes no haya traspasado el texto de las mismas. Por
otro lado, me inclino a pensar que las bibliotecas escolares nunca han calado
en el ADN de las administraciones porque no han sido consideradas vitales y
estratégicas, no solo para estudiantes, sino para la sociedad en general.
Quizás, el foco se esté poniendo demasiado en aspectos que, aunque
imprescindibles y necesarios en el andamiaje educativo y que deben estar
cubiertos, por sí solos no garantizan ni son los verdaderos motores que suben
el ascensor social de las personas. Se me antoja que es urgente reflexionar y
dialogar sobre estos aspectos que un sistema educativo debe potenciar.
Otro factor esencial
para que las bibliotecas escolares tengan el lugar que les corresponde tiene
que ver con el liderazgo pedagógico del equipo directivo del centro. Hemos
visto, con mucho pesar, como durante estos tiempos de pandemia, muchas de ellas
se han convertido en lugares de aislamiento del alumnado en caso de sospecha de
contagio por la Covid-19, triste realidad…Pero hay centros que no han tenido
más remedio porque carecen de los espacios necesarios para desarrollar con plenitud
todas las actividades de su proyecto educativo. Sin embargo, salvando estas circunstancias,
si la dirección del centro, desconoce las potencialidades de las bibliotecas
escolares, no facilitará la puesta en marcha de este recurso que, como hemos
dicho, es imprescindible en este siglo XXI por el que transitamos. Es
necesario, pues, revisar la importancia de un liderazgo pedagógico que atienda
más a mejoras educativas, que distribuya tareas entre otros docentes, que
piense en la participación, que abra las puertas al entorno…solo así podrá
existir una misión común y compartida, es decir, un liderazgo pedagógico frente
a una dirección centrada en la gestión.
Pero entre todas las
personas conocedoras, no solo de las bibliotecas escolares, sino también de las
públicas, tenemos que hacer un merecido reconocimiento a aquellos centros y profesorado
que, a pesar de la falta de tiempos y de apoyos y con mucho esfuerzo personal
y, como todo en la vida, de mucha pasión por su trabajo han apostado porque
este recurso vital que abre puertas y ventanas al mundo y que, por encima de
todo, fomenta la equidad educativa.
¡Olé por todas esas
personas!